sábado, 4 de diciembre de 2010

Pautas de Oración: “Conviértanse, porque está cerca el Reino de los cielos” (Mt 3,1-2)


En esta segunda semana de Adviento se nos invita a preparar el camino al Señor con la búsqueda de un corazón de cara de Dios. La conversión de nuestra vida nos introduce en la gracia y paz que viene a traer el niño de Belén.

LUNES: El hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar (Lc. 5, 24)
Lc 5, 17-26: “Pues para demostrarles que el Hijo del hombre tiene poder para perdonar pecados… le dijo al paralítico: - A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa- Al momento, el paralítico se levantó delante de todos”. Señor sanas al paralítico por mostrar algo mayor: tu poder para perdonar. Señor en mi camino de preparación de la Navidad me recuerdas que mi estado de parálisis en determinadas situaciones de la vida es producto de la falta de perdón, es decir tanto de ser perdonado como de perdonar. Situaciones a nivel personal, familiar y en comunidad han sido consecuencia de mi actitud egoísta que pone en primer lugar mis intereses. Desde el egoísmo sale la crítica y el acostumbrarme a vivir sin paz, sin poner de mi parte.
Señor la Navidad es alegría, es dinamismo de compartir el gozo de la de la vida con el otro con mi prójimo. Te quiero pedir perdón por mis momentos de tristeza, donde no soy capaz de moverme hacia el otro. Señor como a ese paralítico te pido me perdones, cuando rompo con la alegría que tú me das al estar dentro de mí. Perdona mi tristeza que me encierra y paraliza.
En este adviento te pido Señor llenarme de tu perdón pues también necesito perdonar a otros. Perdonar las faltas de amor de aquellos que están más cerca de mí. Que pueda perdonar a mis padres, a mis hermanos, a mis amigos, incluso a mi comunidad de fe.
Prepara mi corazón que es muchas veces como una tierra desierta y reseca para que se regocije y ese arenal florezca de alegría (Is. 35, 1-10). Fortalece mis manos y rodillas vacilantes para decir a los que temen perdonar: “Sean fuertes, no teman, ahí está su Dios, que trae el desquite, viene en persona”. 
¿Qué situaciones en mí necesitan ser perdonas y reconciliadas con Jesús? ¿A quienes me siento invitado a perdonar en este Adviento?


MARTES: El Padre del cielo no quiere que se pierda ni uno (Mt 18, 14)
Mt 18, 12-14. “Si un hombre tiene cien ovejas y se le extravía una de ellas ¿acaso no dejará las otras noventa y nueve para ir a buscar a la oveja extraviada?...Así también el Padre de ustedes que está en el cielo no quiere que se pierda ninguno de ustedes” Al aproximarme a la Navidad tengo que reconocer Señor que me encuentro muchas veces con la experiencia de la soledad, esa sensación de estar luchando solo ante muchas cosas. Me sucede como a tu pueblo (Is. 49, 14-16): “me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado”.  Sin embargo tú me vuelves a repetir: “¿puede una madre olvidarse le Hijo de sus entrañas? Aunque ellas olvidaran yo no me olvido de ti. Mira te tengo tatuada en la palma de mi mano”.  Gracias Señor por tus palabras pues me encuentro como esa oveja abandonada y perdida en medio de situaciones personales, familiares, comunitarias y hasta acontecimientos de mi país donde la división, la violencia, el irrespeto y la muerte no me dejan verte. ¿Será que te has olvidado de mí? Es lo que pienso a veces, sin embargo me dices no, y me invitas a reconocerte en mi camino: “¿Quién nos apartará del Amor de Cristo? ¿La tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada? Ni la muerte, ni la vida… ni presente, ni futuro, ni altura, ni hondura (Rom 5, 35-39), nada ni nadie pues allí estás tú (Sal 139,8).
Señor me quieres recordar que tú buscas lo que está perdido, no lo dejas olvidado. Tanto vale mi vida que eres capaz de dejar noventa y nueve para buscarme a mí. Gracias porque te tomas mi vida en serio y la asumes con riesgo, pues sólo tú sabes todo el bien que puede hacer mi vida, mi familia y mi país.
Jesús que tus entrañas de buen pastor que apacienta mi vida, mi familia y mi país me mueva como apóstol que soy: “consuelen, consuelen a mi pueblo; háblenle con cariño…díganle que su esclavitud ha terminado” Isaías 40, 1-11
¿Ante qué situaciones me experimento perdido y abandonado? ¿Qué respuesta me invitas a encontrar en ti Señor ante estas situaciones? ¿Con quienes me llamas a tener entrañas de misericordia y a no dar por perdidos?

MIÉRCOLES: No temas porque has encontrado gracias ante Dios (Lc 1)
Señor en este caminar hacia la Navidad nos regalas poder celebrar la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de Santa María Virgen, ¿qué me quieres enseñar a través de María? Sin duda la verdad de mi vida: “estoy hecho para ti y mi corazón andará inquieto hasta que descanse en ti” (S. Agustín). Mi corazón mi mente, toda mi humanidad ha sido bendecida con toda clase de bienes espirituales y celestiales, he sido elegido para ser santo, es decir para ser amigo íntimo y entrañable del buen Dios, estoy destinado por puro amor a ser su hijo (Ef. 1,3-6.11-12).
Tanta familiaridad me pone al descubierto algo esencial: mi corazón es desde su origen virgen como el de María y hay lugares de éste que nada ni nadie en esta tierra podrá llenar en mí. ¿no será por ello que siento la necesidad de poseer tanto bienes espirituales como a las personas? Muchas veces esa atracción por las cosas del mundo me roba la paz, corro tras ellas pero al poseerlas no se termina mi intranquilidad, ni mi sed interior. Igual con las personas muchas veces busco poseer, olvidando que son libres para amar y relacionarse con quien quieran.
Señor hoy como a Adán y Eva me preguntas: “¿Dónde estás?”, es decir dónde busco saciar mi corazón, y yo te respondo: “oí un ruido en el jardín y me dio miedo, porque estaba desnudo y corrí” (Gn. 3,9-15.20). Mi desnudes, lo que soy me da miedo, por eso temo la soledad donde sólo me puedo encontrar contigo y que me revela la necesidad que tengo de recuperar eso que a María no se le perdió en el camino, ese “tuyo soy”, “tuya soy”… no hay amor humano capaz de saciar mi corazón pues de ti vengo, en ti vivo y hacia ti camino.
Enséñame Madre del Cielo a escuchar en mi interior y mis experiencias de soledad la voz del ángel de Dios que hace que lo que está vacío se llene del Amor encarnado del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor  está contigo…No temas porque has encontrado gracia ante Dios” (Lc. 1,26-38).    
¿De qué quieres llenar mi corazón Señor en este Adviento? ¿Cómo quieres Señor que pase de la exigencia a la libertad en mis relaciones con mis familiares y amigos?

JUEVES: El Reino de los Cielos sufre violencia, y gente violenta intenta arrebatarlo (Mt 11, 12)
Cuando intento volver mi corazón a ti, encuentro dificultades en mí y en el mundo que me rodea. Existe una especie de resignación e impotencia que me paraliza ¿será la tristeza? ¿será el miedo? Hoy me hablas Señor de una realidad de la que no soy muchas veces consciente: “El Reino de los cielos sufre violencia” (Mt. 11, 11-15), es decir que para hacer visible el Reino muchas veces es necesario aplicar un poco de fuerza para vencer en mí ciertas situaciones que me apartan de ti. Ese deseo de vivir como tú quieres me lleva a esforzarme y ciertamente a aplicarme violencia a mí mismo en algunos momentos. Ese dolor, esa renuncia, ese negarme cobra sentido sólo desde la ganancia, sólo desde el tesoro que tú me quieres regalar.
Dejar y hacerme violencia en aquello que me separa de ti y que me sumerge en la tristeza me da miedo. Vivo el miedo de dejar caminos aprendidos y emprender nuevas sendas que aún no conozco bien, Señor prepara mi corazón para ponerme en camino y pasar de la pasividad a la acción. Pues reconozco que ese estado de parálisis interior me predispone a la desesperanza ante la realidad personal y la de mi país. Señor hazme escuchar esas palabras tuyas: “No temas yo soy tu auxilio, No temas, gusanito de Jacob… Mira te convierto en un instrumento de trillar…los pobres y los indigentes buscan agua…no los abandonaré”. (Isaías 41, 13-20)
¿Dónde me invitas Señor a esforzarme y pasar de la pasividad a la acción para vivir en tu amistad? ¿Cómo quiere que trabaje mi confianza y apertura hacia ti y hacia quienes pones en mi camino para ayudarme?


VIERNES: ¿A quién se parece esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza que gritan (Mt 11, 16)
Qué curioso Señor esta imagen de unos niños que gritan a otros: “hemos tocado la flauta, y no han bailado; hemos cantado lamentaciones y no han llorado” (Mt 11, 16-19), porque refleja una realidad de nuestra condición humana: el capricho. El capricho que me hace responder de forma no acorde a la realidad y al momento y por tanto pierdo la riqueza del tiempo presente. Cuántas determinaciones he tomado arbitrariamente inspirado en el antojo o el humor que tenga, cuántas veces al estar orando contigo busco entretenerme buscando al otro o la otra y cuántas veces cuando estoy compartiendo con los demás me retiro y me aíslo en mis pensamientos. Preparar la Navidad es  asumir, disfrutar y agradecer la vida tal cual como se me presenta, sin añoranzas de tiempos pasados o futuros mejores, el presente es ya tiempo oportuno y de gracia.
Cada ocasión que pones me formas, ¿me doy cuenta de ello?: “Yo, el Señor tu Dios, te enseño para tu provecho, te guío por el camino que sigues. Si hubieras atendido a mis mandatos sería tu paz como un río, tu justicia como las olas del mar” (Isaías 48, 17-19). Sin duda  que vivir el presente y aprovechar lo que me presentas me introduce en tu paz y en la amistad contigo. Me reconcilias Señor con la vida y lo que en ella sucede a todo nivel, tanto personal, comunitario y social. 
¿Qué pensamiento, acciones y omisiones me impiden vivir el presente? ¿Qué ocasiones me invitas Señor a no dejar pasar de largo para aprender de ti a amar mejor?

SÁBADO: Elías ya vino, no lo reconocieron y lo maltrataron (Mt 17, 10- 13)
Señor en este tiempo de Adviento tú me envías como profetas, personas, mensajes, palabras y signos que intentan volver mi corazón hacia ti. La necesidad de paz y de tu esperanza y caridad la veo reflejada en rostros, pero también reconozco que tu amor va operando en otros corazones de manera silenciosa pero con signos. Señor ayúdame a reconocerte en esos detalles donde me devuelves la esperanza. Que te reconozca en la solidaridad y el deseo de llevar a la verdad en hombres y mujeres que trabajan por atender la necesidad de los damnificados, la presencia de hijos e hijas tuyas que denuncian la corrupción y la violencia, la realidad de personas que alertan sobre el aborto, esposos que intentan amarse mejor y educar a sus hijos con valores cristianos.
Señor que no me haga indiferente y maltrate con mi pesimismo al bien que ya va operando y que se manifiesta, la realidad también me muestra esos signos de la Navidad. Tú me recuerdas como apóstol mi dimensión de anunciar a Dios: “se alzó como fuego un profeta cuyas palabras eran horno encendido…está escrito que te reservan para el momento de reconciliar y restablecer” (Eclo 48, 1-4.9-11). Ahí donde estoy mis palabras pueden ser horno encendido, llevar reconciliación y restablecer lo roto, levantar, animar para construir y poner amor donde hay temor.
¿Qué sentimientos vienen a mi ante el mal que veo? ¿Percibo el bien que tú señor vas operando ya a través de mi vida y la de otros? ¿Qué estrategias me invitas a tomar en este Adviento para luchar contra el pesimismo?

FAMILIA MISIONERA VERBUM DEI – BARQUISIMETO
6 AL 11 DE DICIEMBRE DE 2010

Misión Navideña Alta Gracia 2010: 15 al 22 de Diciembre
Misión Navideña La Mora 2010: 12 al 19 de Diciembre
Contactos:
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